miércoles, 24 de febrero de 2016

Un susurro.

El mundo está hablando demasiado alto
y yo lo único que necesito
es un susurro.

Un susurro que me perfore
el costado.
Que me limpie las lágrimas,
me cubra de margaritas,
me diga: "mi pequeñita,
mi frágil hada azul caos,
qué bien te desvistes".

Un susurro que me abrume,
que clave sus decibelios
en los orificios de mi pecho.
Me lama lascivo.
Me corte el pelo.
Me acaricie el este de mi pie
izquierdo.
Que no haga nada al derechas.
Me cante al oído
canciones que nadie bailará
como tampoco lo hicimos
nosotros nunca.
Me haga romper a reir,
y recomponerme
al llorar.

Necesito un susurro.
Que me hable de revoluciones.
Que revolucione
mi manera de hablar.
Un susurro demagogo.
Que me diga lo que quiero oir
los días
donde no quiero escuchar
nada.
Que baile.
Que baile.
Que baile.

Un susurro que sepa por qué.
No dónde.
Ni cuánto.
Pero que lo sepa.
Un susurro que me evoque
a la literatura.
Que con sus pliegues
me descubra sendas hediondas
donde abandonar mi cadaver putrefacto.
Que con sus pliegues
me presente lagos hediondos
donde abandonar todo lo humano
que quede en mí.
Que es nada.

Necesito un susurro
en un mundo
lleno de palabras carentes de significado
que se pretenden contrarestar
por bocas despeinadas
y atemporales
que creen firmemente
en la convicción total de un grito.

Necesito
                  un
                         susurro.

viernes, 5 de febrero de 2016

Soy mujer

Por Irene
Soy mujer.
Amo mujer,
huelo mujer,
siento mujer.
Y tengo una cabeza
que no me cabe en el pecho.
Y tengo unas manos
nunca cansadas de pelear.
Y tengo unos ojos de colores
por el reflejo que dejaron
sobre ellos los libros.
Y tengo una voz
que se torna escalera
ante las injusticias
de este mundo de plastilina.

Soy mujer.
Y merezco la gloria
y no la pena
Y soy guarra,
y soy puta,
y soy fácil,
y soy libre
y muy mía.
Y visto como quiero
y me deshago cuando me da la gana.
Y tengo unos labios preciosos
que gritan cosas horribles.
Y tengo vello corporal
que puedo decidir
si arrancar o no.
Y tengo unos pechos firmes
que el paso del tiempo
se encargará de marchitar.
Pero nunca las ganas
de seguir luchando.

Soy mujer.
Y puedo no haberlo sido siempre.
Soy la hereje,
la pequeñita,
el blanco fácil en noche estrellada.
Me faltan motivos
y me sobran las ganas.
Vuelo en escoba,
me masturbo en mitad de la plaza,
grito todo aquello
que me prohibieron
hasta decir en voz baja.
Y soy mujer.

Y soy mujer
y mis pezones no son
para consumo ajeno.
Y tengo marcas en la piel
fruto de la opresión
y los convencionalismos sociales.
Y pinto con sangre,
una vez al mes,
mi declaración de intenciones
sobre trajes negros
de personas monocromáticas.
Y hablo de política,
y abro cervezas con la boca,
y ando sobre las aristas
de una sociedad enferma
engendrando el odio en mi vientre.

Soy mujer.
Y me lleno de orgullo
al decirlo.